La diferencia entre una Congregación humana, y la Iglesia de Jesucristo.

Por José Torres Arjona

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La gente se congrega en torno a un evento deportivo, a una reunión política, a una atracción teatral, a una función artística, a una actuación musical, o a un culto evangélico. Los que se congregan no se conocen entre sí y simplemente les une el deporte, la política, el teatro, la música o el programa del “pastor” evangélico…


Por el contrario, la Iglesia local que Cristo mismo instauró es, sobre todas las cosas, una familia. La familia de Dios. Una familia donde todos y cada uno de sus miembros son responsables directos de su fe, se conocen mutuamente y se aman entre sí. También se ayudan y se edifican entre ellos mediante la gracia de Dios, la guía del Espíritu Santo, y la vida divina de Cristo que opera, crece y se forma en sus almas.
La Palabra de Dios también nos dice que la Iglesia de Cristo es un cuerpo, el de Cristo. Nuestro Señor es la Cabeza y todos y cada uno de sus miembros son activos, responsables y funcionales. Cada uno de los miembros que componen la Iglesia local y el cuerpo de Cristo recibe dones, talentos y funciones del Espíritu Santo para la edificación y la ayuda mutua de toda la familia de la fe.
Unos reciben el don para enseñar, como maestros. Otros para evangelizar, como evangelistas. Otros para pastorear, como pastores. También ancianos, y hermanos y hermanas con diferentes dones y talentos para el bien de la comunidad, etc.
La Biblia menciona estas funciones dentro del cuerpo siempre en plural y nos deja muy claro que no se trata de títulos de liderazgo o autoridad, sino servicios para la edificación mutua de todo el cuerpo de Cristo, que es Su Familia, que es Su Iglesia.
Si comprendemos como funciona nuestro cuerpo compuesto por todos sus miembros, entenderemos como funciona la Iglesia de Cristo. Teniendo siempre que nuestro Señor es la Cabeza y el Pastor de Su rebaño.
Lamentablemente, miles de denominaciones evangélicas, protestantes y católicas funcionan como grandes congregaciones y se han apartado del Plan original de Dios y Su Propósito divino para Su Iglesia y el establecimiento del Reino de Dios en la tierra.
La historia se repite, y de nuevo, por la Gracia y la misericordia de Dios, un remanente está siendo llamado a salir de esas falsas congregaciones religiosamente mundanas para entregarse a Dios en cuerpo y alma, y para seguir al Cordero donde quiera que Él vaya.
La llamada es clara y el tiempo es corto.
Apocalipsis 3:20

 

 

 

 

 

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